Ayúdame a mirar

Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.

Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos.

Y fue
tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
—¡Ayúdame a mirar!

Eduardo galeano. El libro de los abrazos



Como en este cuentito, la Comunicación NoViolenta me ayuda a ver mi mar interior y me apoya en mi proceso de mirar.

En este camino me encuentro con personas luciernagas que me aportan luz, en los talleres de CNV y grupos de prácticas estamos en el proceso de ser luciérnagas, en proceso de germinar, sabiendo que ya somos personas semillas.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Me ha encantado esa imagen de "ayudame a mirar" por lo que tiene de sorprendente para mí y de romper esquemas . La sorpresa de darme cuenta que puedo pedir ayuda para mirar , cuando hasta ahora creía que era un camino en solitario , y ahora te leo que puedo encontrar luciérnagas en ese camino. Gracias

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